¿Sabía que la Última Cena de Leonardo Da Vinci esconde una misteriosa relación entre los modelos de sus personajes?
Leonardo eligió a un modelo de diecinueve años para representar a Cristo. Un jove cuya hermosura transmitía bondad y también inocencia. Cuando Leonardo concluyó el personaje más importante continuó trabajando en el resto de los personajes hasta que siete años después llega al punto final de su obra. Había reservado un espacio en la pintura para la figura que representaba a Judas, pero no terminaba de encontrar un modelo con un rostro como Leonardo deseaba, marcado por la avaricia, el engaño e incluso el crimen. Finalmente, después de una ardua búsqueda, lo encontró en un preso condenado a muerte y con una vida marcada por el crimen y el asesinato. Dedicó seis meses a pintarlo y cuando hubo concluido su obra pidió que se llevasen al prisionero de vuelta a la prisión. En ese instante, el modelo preguntó al maestro si no lo reconocía. Leonardo respondió que nunca antes lo había visto, a lo que el prisionero respondió: Mírame una vez más, porque soy el mismo hombre que pintaste hace justo siete años como el rostro de Cristo.
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