Después de haber leido tu recuerdo a la memoria de alguien tan especial para ti, he sentido la necesidad de encerrarme entre mis recuerdos y he regresado a la infancia, volví a ser la travesura personificada en risas, jolgorio y alegría... Es muy extraño porque he recordado lo que tenía olvidado... Recuerdos, dulces recuerdos de la niñez que marcaron mi infancia y que hicieron la persona que ahora soy. Una persona que siempre, y esto es herencia de familia, me he despistado con mucha facilidad; me preocupa la sensación que deja el olvido de ciertas cosas que, aunque aparentemente carecen de importancia, en mi provocan un desasosiego inmenso y cuanto más me esfuerzo en recordarlas, más al fondo parecen esconderse...
Intentando recuperar lo olvidado... A veces recuerdo lo más malo y eso prefiero olvidarlo porque olvidar aquello o aquellos que, por circunstancias, te hicieron y hacen daño no significa ignorarlos, más bién perdonarlos. Es una de las partes buenas del olvido, que dejan la vía libre al perdón.
Lo peor de los recuerdos es... no tenerlos... no tienes vida pasada porque la has olvidado... Careces de presente porque tu mente está sufriendo de ausencia, estás completamente aislado y solo, muy solo porque no te reconoces y no conoces a nadie... tus hijos, tu pareja, la gente más cercana es una nube extraña... y duele... duele horrores no reconocer quién eres y esa gente que te mira y te abraza... pero no sabes quienes son, que hacen ahí, porqué no te dejan en paz...
Realmente viven una pesadilla constante, con la mirada ausente, como suplicando recuerdos, que alguien les saque de esa obscuridad en la que están inmersos... se enciende la luz de vez en cuando... se apaga la luz frecuentemente... a veces la luz nunca regresa... Entonces es el momento de encender velas, lo que sea, para que la llama del recuerdo, aunque sea pequeñita, nunca se apague en nuestro corazón que creo firmemente, está abrazado a las almas de quienes realmente nos han amado y seguiremos amando.